domingo, 9 de septiembre de 2012

Quebec, la flor de lis que tuvo hambre de arce.

El otro día nos centrábamos en la actualidad política, lo hacíamos a través de los comicios más importantes que nos esperan. Pero hojeando los titulares más menudos, pude comprobar que había unas curiosas elecciones, que pese a pasar desapercibidas para muchos, culturalmente son harto interesantes.

Todo parecía una fiesta democrática. Los liberales habían perdido el poder que retornaba a la opción soberanista. Pero hubo individuos que no se lo tomaron con esta filosofía. Durante el discurso de la candidata del Parti Québecois (PQ), Pauline Marois, un hombre que rondaba los cincuenta años, irrumpió en la fiesta independentista y abrió fuego matando a una persona y dejando herida a ora. Antes de llevar a cabo esta acción, se encontraba fuera del recinto prendiendo fuego al edificio donde se desarrollaba el mitin. 


Pese a lo trágico del acontecimiento, lo cierto es que el Québec es un territorio de eterno confrontamiento. Después de más de cuatro siglos de historia continúa siendo un territorio disputado en términos de soberanía linguística y nacional. Puede presumir de ser el último territorio francófono de norteamerica, fundado en el 1608 por Samuel de Champlain. Bajo dominio británico, conseguido después del fin de la soberanía francesa, el Parlamento Británico redacta la Quebec Act, donde se reconoce la oficialidad de la lengua francesa. Esto sucede en 1774, mientras los rebeldes estadounidenses amenazaban el poder de la corona en territorio 'yankee'.

Durante siglos, se vuelve un territorio de importancia capital para el desenvolvimiento de lo que será la futura Canadá, estado que no toma diferencias propias hasta 1982 cuando Gran Bretaña le concede un estatuto autónomo total. Este año se ve reconocido como la independencia del arce en toda regla. Pero antes de esta fecha ya existía un portentoso nacionalismo 'quebecoise'. En los 60, trabajadores e intelectuales se reunieron bajo en signo del Partido Quebecois, liderado por René Lévesque. Este reunía no solo a personas de los estratos comentados, también acogía en su seno a ex-militantes de Partido Liberal. Entre ambas formaciones se disputan el gobierno de la región hasta nuestros días. Una región que no puede constituirse como nación al no alcanzar la opción independentista el porcentaje requerido. En una ambigua consulta anterior, tan solo un punto porcentual separó a los soberanistas de su sueño político. Hablamos de los 60 como un período mezcla de convulsión y paz. Se conoce a esta década como la época de la 'revolución tranquila', cuando el gobierno conservador de Maurice Duplessis y su 'Unión Nacional' acaban por caer. El año 63 marca un antes y un después en la historia del territorio francófono. Aparece el Frente de Liberación de Quebec, un grupo armado que deja más de doscientas bombas colocadas. Dueño de una cronología bastante intensa, que le lleva a la desaparición en el año 1971.  El gobierno situado en Ottawa no duda en poner en estado de sitio a este mediano territori provinciano. Las crisis entre el centralismo y el provincialismo se hacen más agudas.

Finalmente, las aspiraciones del 'Quebec' moderno encuentran espacio con el triunfo de la opción quebequista en las elecciones provinciales de 1976. En este año se plantean a través de un modelo socialdemócrata unha ley lingüística que reconocía los derechos de los francófonos, además se prometía la convocatoria de un referéndum en favor de la independencia. Este llega en el 1980, suponiendo un punto de inflexión en la historia territorial de Quebec. El 'OUI' obtiene tan solo el 40% de los votos y esto es aprovechado hábilmente por el Premier canadiense Trudeau, incluyen en la Constitución las aspiraciones quebequesas más moderadas, contentando a parte de los seguidores soberanistas y controlando a las masas patriotas canadienses. Pero las consideraciones inglesas en el proceso, no olvidemos que los límites de la patria norteña estaban en manos de la corona; hicieron que las contiendas reformistas anteriores asumidas por el Partido Quebecois quedarán en saco roto. Logicamente, dos independencias encadenadas supondrían un proceso de una dimensión nunca vista. El Quebec renuncia a esta trama federalista y aún hoy todo el quebequismo, incluso el moderado se niega a subscribir una carta que admiten como suicidio político.

Dicho esto cabe sacar la cabeza en el proceso acontecido en este territorio tan peculiar. De siempre muchos canadienses han definido a su orgullo nacional como descastado debido a la inconsistencia fronteriza del territorio. Está claro que abajo está el amigo estadounidense marca bien sus límites pero arriba el país no acaba en ningún punto. Esta postura física afirma al canadiense medio como un relevante candidato a la indecisión. A esto hay que añadir que pese a formar parte del llamado primer mundo, es un país que ha llevado colgando la etiqueta de colonia durante mucho más tiempo que cualquier otro socioeconómicamente similar. Dentro de esta disyuntiva entre el Estado nación moderno y otras formas de aspiración, viene siempre a la tribuna mediática el opio de violencia y la desazón. Siempre nos preguntamos, habiendo vivido movimientos políticos tan duros de cerca, como se deben articular las maneras de procesos históricos tan relevantes como los de independencia.

En términos de bienestar las naciones modernas, que otrora habían deslumbrado al mundo con su crecimiento, están en absoluta crisis económica y de valores. Se han vuelto a replantear los valores de la unidad y sobre todo la redistribución de los modelos de gestión. El ejemplo 'quebecoise' es una manera muy peculiar de entender estos movimientos tan convulsos. Seguramente no exista un 3er 'referendum', ya que los modos de manifestación política anteriores están muertos, ahora hemos de saber como avanzan ciertos territorios unidos o desunidos en la carrera por la supervivencia. Además no olvidemos que Estados Unidos, absorbe el 80% de las exportacions de Quebec, y a este no le gustan las aventuras soberanistas.

Desde este espacio nos gusta fomentar la historia y la reflexión y nos permitimos el lujo de dejar caer notas para su observación. No olvidemos que Quebec fue primero colonia francesa y que cuando los británicos llegaron allá en 1760 existía una sociedad sólidamente arraigada alrededor del idioma y la religión católica. Los quebequeses han sido un pueblo rebelde, en lo tranquilo y el lo divino, y muestra de ello fue la negativa de sus jóvenes a combatir en el frente durante la 2ª Guerra Mundial bajo la bandera de las tropas británicas.

Todo esto quiere afirmar que la complejidad política es un rasgo histórico que debemos respetar, caer en el maniqueísmo de las formas actuales de lo objetivo-subjetivo, solo genera miedo y rencor. Superando con la convivencia estas diferencias podremos saber qué pasaría realmente si la soberanía estuviese ejercida en términos de igualdad.

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