miércoles, 4 de abril de 2012

Tener algo que contar

Porque el problema no es hablar, lo difícil está en el contenido.


Se puso pálido al tomarse una de más, luego triste volvió a beber, a sus espaldas corría el viento desértico. Pobre Fausto, siempre avergonzado de su timidez. Tanto tiempo para acabar siempre igual.


Habría preferido no encontrar tanta variedad en la carta. Quince minutos para haber tomado esa maldita sopa que sabía a todo, demasiado sabor para una noche de frío. Un poco más y acaba muerto en ese restaurante de mala muerte. Creo que era un thailandés, pero cualquier lo adivina entre tantos turistas. Sútil caracoleo para casa y mañana dios dirá.

No vuelvas por aquí, por favor ten la decencia de respetar a tu hermano. Después de haberlo condenado a la hoguera aún tienes el mérito de venir a pedirle perdón. Realmente la condescendencia no es lo tuyo amigo. Quizás hubiera sido mejor que te dieras un golpe bien fuerte y que el eco de tu cabeza lo arropase en su último lamento. ¡Eso si habría sido fraternidad!


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