Hoy tenemos un gran motivo para recuperar en este espacio el apartado cinematográfico. El incidente que se desencadena este texto debemos encontrarlo en la 'XXXIV Semana Internacional de Cine de Autor' celebrada en la ciudad que me mima y me acoge: Lugo.
Se hace necesario entonces hablar de este evento. Culturalmente la sociedad está completamente apalancada, respondiendo solo a los designios del papel moneda, sacar adelante este tipo de proyectos se hace sumamente dificultoso. A esto hay que añadirle que nos encontramos delante de una muestra atrevida, lanzada hacia la defensa del concepto de 'autor', tan problemático para un público semianalfabeto en cinematografía. Estos valientes confrontan además el duro trabajo de exhibir y distribuir cine en Lugo, territorio pequeño donde los haya. El mérito de todas estas acciones recae el el Grupo Fotocinematográfico Fonmiñá, con base establecida en la ciudad amurallada, que lleva desde los años 70 activo en estas andanzas. Toman su nombre de uno de los enclaves más maravillosos de nuestra tierra galaica, Fonmiñá; allá donde se sitúa la aparición del Río Miño después de su nacimiento en el Pedregal de Irimia.
Lo cierto es que el equipo liderado por Xulio Xiz ha puesto toda la carne en el asador, auna sabiendas de que los tiempos no están para muchas comilonas. Por motivos laborales, solo tuve la oportunidad de asistir a las sesiones que se proyectaban el sábado, y como quien no quiere la cosa me vi envuelto en un ritual de iniciación a la cinematografía hebraica, justamente un 'sabbat', el apreciado día del descanso según la tradición judía.
El título elegido para cerrar la Sección: 'O mellor do ano' fue: El viaje del director de recursos humanos. Con casi media entrada en el vetusto Auditorio Gustavo Freire de la capital lucense, me dispuse a contemplar un filme al que acudía no sin cierta preocupación, partida por prejuicios que a continuación explicaré. El estado territorial e histórico de Israel es una traba psíquica que impide afrontar con ligereza cualquier producto audiovisual de su autoría. Uno piensa en las crónicas mediáticas palestinas, en las narraciones del Holocausto, y se le pone la piel de punta por partida doble. Pero la cultura va mucho más allá, trasciende los límites de la moral y la política y nos deja espacio para la imaginación, venga de donde venga.
Como argumento el filme cuenta lo siguiente:
Lo cierto es que el equipo liderado por Xulio Xiz ha puesto toda la carne en el asador, auna sabiendas de que los tiempos no están para muchas comilonas. Por motivos laborales, solo tuve la oportunidad de asistir a las sesiones que se proyectaban el sábado, y como quien no quiere la cosa me vi envuelto en un ritual de iniciación a la cinematografía hebraica, justamente un 'sabbat', el apreciado día del descanso según la tradición judía.
El título elegido para cerrar la Sección: 'O mellor do ano' fue: El viaje del director de recursos humanos. Con casi media entrada en el vetusto Auditorio Gustavo Freire de la capital lucense, me dispuse a contemplar un filme al que acudía no sin cierta preocupación, partida por prejuicios que a continuación explicaré. El estado territorial e histórico de Israel es una traba psíquica que impide afrontar con ligereza cualquier producto audiovisual de su autoría. Uno piensa en las crónicas mediáticas palestinas, en las narraciones del Holocausto, y se le pone la piel de punta por partida doble. Pero la cultura va mucho más allá, trasciende los límites de la moral y la política y nos deja espacio para la imaginación, venga de donde venga.
Como argumento el filme cuenta lo siguiente:
El director de recursos humanos de la mayor panadería de Jerusalén tiene problemas. Se ha separado de su esposa, se ha distanciado de su hija y está atrapado en un trabajo que odia.
Cuando una empleada extranjera de la panadería muere en un atentado suicida, un diario local acusa a la empresa de falta de humanidad e indiferencia. Se descubre que nadie en la panadería se había dado cuenta de la ausencia de la mujer. La dueña de la panadería manda al director de recursos humanos a una misión para enderezar la imagen de la empresa.
Así empieza un largo periplo desde las místicas calles de Jerusalén como punto de partida hasta las heladas carreteras de Rumanía en busca del pueblo de Yulia, una mujer a la que no conocía, pero a la que empieza a admirar.
Encabezando un extraño grupo compuesto por el rebelde hijo de la fallecida, un periodista latoso que “cubre” el viaje, una cónsul muy peculiar, un viejo conductor y un ataúd, redescubre algo de la humanidad que había perdido y el gusto por los “recursos humanos”. El antihéroe rumano con su padre, en relación poco afectiva. |
La historia discurre a través de temas como son la interferencia territorial entre naciones, discutiendo el papel que desempeña Israel como bandera occidental asentada en territorio oriental. Este debate tiene como contexto Rumanía, al tratarse esta de una coproducción rumano-israelita, una aventura bastante peculiar. Nos encontramos delante de una narración que se aproxima a la 'road-movie' con un movimiento continuo de personajes y lugares. Todo se mueve a través de la confusión y del enredo. El protagonista es un tipo duro, un reflejo de las estrictas condiciones laborales que se desenvuelven en entornos empresariales de gran dimensión.
La película tiene una cuidada fotografía, sobre todo en exteriores, donde se capta el halo del frío en todas sus formas. Se sirve de su recorrido territorial para construir a cada uno de los personajes, personajes que no despegan hasta el final del relato. Durante parte del filme uno cree estar delante de una parodia de payasos y embajadores, hasta que ve el trasfondo de las relaciones entre ellos, recurriendo a la lágrima, pero efectuando un marco reconocible para el espectador universal. Todo resulta entrañable al final, la llegada del hijo perdido al pueblo de su madre, la desterritorialización marcada por la abuela, el escorzo de los habitantes de tan insólito lugar... Mientras la empresa matriz abandona a su empleado, a su suerte, financiándole un camino sin salida, pero como suele suceder en todos estos filmes de aventura, todo lo inhóspito se vuelve amigable, gracias al 'cognoscere ipsum'.
Es un filme contemporáneo en forma y contenido, es la base humana y personal de un alto porcentaje de la población. Consigue la redefinición de los males humanos: la desazón familiar, la pérdida de valores, los sueños apagados... Pero hay vida más allá de la efigie principal. La cónsul hebrea en territorio rumano es todo un caso, un personaje que roza el esperpento, una mujer de armas tomar que replica el porque de la diplomacia occidental en territorio ajeno.Por esa misma senda pulula un insufrible periodista, vestido a lo 'Davy Crockett'. Saca lo peor de la morbosa prensa sensacionalista, además de ser el catalizador del relato, gracias a su reportaje interesado sobre el caso de 'Yulia'. Un tipo que parece sobrar por partes y que parece no entender las rutinas profesionales del oficio, un personaje 'hostiable' en toda regla; pero de ello ya se encarga el hijo de Yulia, el personaje que más crece durante la historia. Hago constar en acta que para ser un niño mendigo aparece caracterizado como un antiheroe underground, muy idealizado por el relato del niño rebelde. Al escoger un contexto tan adverso, podrían haberse tomado la molestia de rompernos un tópico.
Así Eran Riklis nos deja un relato sin demasiadas metáforas, un camino de sentimiento encontrado que merece la pena. No queremos encontrar aquí una obra maestra, solo pretendemos tener una muestra de la cotidianeidad con emoción bien llevada.
Decir a modo de añadido que la cinta está inspirada en el libro 'Los limoneros' de Abraham B.Yehoshua. Además no podemos olvidar una pincelada sobre la banda sonora, delicada y muy bien adaptada a los momentos, obra de Cyril Morin.
Ciertamente recomendable para dejar de lado prejuicios y presunciones sionistas.
7/10
La película tiene una cuidada fotografía, sobre todo en exteriores, donde se capta el halo del frío en todas sus formas. Se sirve de su recorrido territorial para construir a cada uno de los personajes, personajes que no despegan hasta el final del relato. Durante parte del filme uno cree estar delante de una parodia de payasos y embajadores, hasta que ve el trasfondo de las relaciones entre ellos, recurriendo a la lágrima, pero efectuando un marco reconocible para el espectador universal. Todo resulta entrañable al final, la llegada del hijo perdido al pueblo de su madre, la desterritorialización marcada por la abuela, el escorzo de los habitantes de tan insólito lugar... Mientras la empresa matriz abandona a su empleado, a su suerte, financiándole un camino sin salida, pero como suele suceder en todos estos filmes de aventura, todo lo inhóspito se vuelve amigable, gracias al 'cognoscere ipsum'.
Es un filme contemporáneo en forma y contenido, es la base humana y personal de un alto porcentaje de la población. Consigue la redefinición de los males humanos: la desazón familiar, la pérdida de valores, los sueños apagados... Pero hay vida más allá de la efigie principal. La cónsul hebrea en territorio rumano es todo un caso, un personaje que roza el esperpento, una mujer de armas tomar que replica el porque de la diplomacia occidental en territorio ajeno.Por esa misma senda pulula un insufrible periodista, vestido a lo 'Davy Crockett'. Saca lo peor de la morbosa prensa sensacionalista, además de ser el catalizador del relato, gracias a su reportaje interesado sobre el caso de 'Yulia'. Un tipo que parece sobrar por partes y que parece no entender las rutinas profesionales del oficio, un personaje 'hostiable' en toda regla; pero de ello ya se encarga el hijo de Yulia, el personaje que más crece durante la historia. Hago constar en acta que para ser un niño mendigo aparece caracterizado como un antiheroe underground, muy idealizado por el relato del niño rebelde. Al escoger un contexto tan adverso, podrían haberse tomado la molestia de rompernos un tópico.
Así Eran Riklis nos deja un relato sin demasiadas metáforas, un camino de sentimiento encontrado que merece la pena. No queremos encontrar aquí una obra maestra, solo pretendemos tener una muestra de la cotidianeidad con emoción bien llevada.
Decir a modo de añadido que la cinta está inspirada en el libro 'Los limoneros' de Abraham B.Yehoshua. Además no podemos olvidar una pincelada sobre la banda sonora, delicada y muy bien adaptada a los momentos, obra de Cyril Morin.
Ciertamente recomendable para dejar de lado prejuicios y presunciones sionistas.
7/10
Periodismo carente de ética, un ídolo frustrado. |
Mark Ivanir, tipo malo, pero con corazón de chapa. |
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